El compromiso individual y social del ser humano

Resumen de la unidad 2

Presentación

Aristóteles concebía al hombre como un animal social por naturaleza, lo hacía distinto a los demás miembros del reino animal. El hombre posee dos facultades que marcan la diferencia entre el hombre y los animales: inteligencia y voluntad.
Con estas facultades puede no sólo aprovechar los recursos de la naturaleza en su beneficio, sino aportar su trabajo y experiencia al servicio de la sociedad, en aras del bien común. También le permiten observar, investigar, construir, crear y adaptarse al entorno en un largo proceso de maduración de un desarrollo intelectual trascendente en la cultura y el lenguaje.
Al hombre le toma un tiempo más largo llegar a la madurez fisiológica que a las demás especies, pues nace desprovisto de garras, pelaje, capacidad de desplazarse y obtener sus propios alimentos desde temprana edad; pues mientras que la mayoría de los depredadores pueden cazar poco tiempo después de nacer, el humano puede apenas mantenerse en pie un año tras su nacimiento. No obstante, esto le permite adaptarse a su entorno con un alto grado de especialización en algunas capacidades (por ejemplo, la comunicación simbólica).
Una de las formas más importantes de interacción humana es la comunicación para el trabajo en equipo. Hay varias especies animales que se comunican e inclusive que trabajan en organizaciones especializadas, como las abejas u hormigas, sin embargo, la privilegiada combinación de cualidades fisiológicas, motrices e intelectuales hacen que el hombre tenga una socialización integral mediante la cual se inculca y transmite de generación en generación la cultura a los miembros de la sociedad. Dentro de estas pautas de comportamiento se encuentran las normas, valores y las formas de percibir la realidad, que para ser aceptadas deben ser compartidas y defendidas por los distintos miembros de la sociedad (Montalbán, Moreno, Martín, Castro y De Antonio, 2008).

Las dimensiones del hombre

La dimensión dinámica es el enfoque hacia la actividad del hombre, un principio de perfeccionamiento y por tanto de cambio. El hombre, mediante su actividad, debe perfeccionarse a sí mismo, ayudar a los demás a perfeccionarse y perfeccionar el entorno.
La naturaleza del hombre es dinámica, no obstante, se pueden distinguir tres aspectos importantes que forman parte del hombre como ser racional: el ser biológico (dimensión estática), el ser social y el ser psicológico.
A principios del siglo XX se consideraba que el hombre era un ser esencialmente biológico que nace, crece, se reproduce y muere. Sin embargo, se puso en duda lo anterior, sacando a relucir la complejidad de la mente e influencia de las estructuras económicas y sociales en el individuo. Como consecuencia, el hombre comenzó a reinterpretarse desde diversas perspectivas.
Principales características de las dimensiones de los seres humanos.

Ser biológico

La dimensión biológica se refiere a la estructura fisiológica. García de la Hoz (1978) menciona que aunque la biología no puede explicar todo del hombre, no puede ser comprendido sin ella, una de las manifestaciones del “estar en el mundo” es su corporeidad. Nuestro cuerpo es la condición que nos permite existir, aun cuando nuestro ser no se reduce a dicha “corporeidad”.
Biológicamente el humano es fruto de la herencia genética de la que es parte, el medio ambiente y social; dichos elementos interactúan, configurando su constitución. A su vez, es capaz de transformar estos elementos, pues puede influir en la diversidad cultural y económica de los pueblos, modificar los ecosistemas en los que habita e influir en sus relaciones sociales. Interactúa con el mundo para transformarlo de acuerdo con sus necesidades y deseos, pero conservando la esencia de los mismos, pues de otra manera sería una aberración a la naturaleza.
Los seres humanos somos seres complejos, imposibles de entender a partir de una única perspectiva. Cada órgano, tejido y sistema del cuerpo, así como las características socioculturales, se encuentran interrelacionados y esto es lo que da el equilibrio necesario para perpetuar nuestra especie y nuestra cultura.

Ser psicológico

Se expresa en la mente del individuo, y está relacionado íntimamente con sus pensamientos, emociones, entendimiento, raciocinio, percepción, imaginación y voluntad. La dimensión psicológica tiene como condición de posibilidad la configuración biológica y la interacción con otros.
Para tener miedo, un hombre tuvo que percibir previamente, con los sentidos, un elemento amenazante, tal como un perro en actitud agresiva. En este caso, se puede decir que la percepción (llevada a cabo por los sentidos) permite tener ideas, emociones y sensaciones.
Al tener una relación constante con sus semejantes, es vulnerable a las influencias, acciones y transformaciones de éstos, mismos que inciden en las transformaciones psicológicas que favorecen su desarrollo y que perjudican o afectan su calidad de vida.

Ser social

Somos seres sociales por naturaleza, todos nuestros actos refieren siempre a nuestros semejantes, tienen influencia o se ven influidos por ellos.
Necesita para subsistir de muchas cosas que por sí mismo no puede procurarse y busca en la comunidad la ayuda necesaria para vivir bien. A pesar de las carencias naturales que padece, es un ser racional con todas las potencialidades que ésta le permite desarrollar, además de que puede aportar a la sociedad aquello que, según sus posibilidades, sea capaz de lograr.
El hombre exige, por naturaleza, ser miembro de una sociedad. Las sociedades animales sólo en sentido impropio se llaman sociedades o colonias, no pasan de ser agrupaciones colectivas formadas de simples individuos, ya que no conocen la finalidad de sus actos y no pueden participar en el crecimiento de ellos mismos y de los grupos de que forman parte. La sociedad humana es un grupo de personas y por ello la ciudad es digna de este nombre. La unidad social es sólo para la persona (Maritain, J. 1947, p. 53).
La naturaleza social del hombre se ve reflejada por experiencia histórica de la humanidad, cuanto más remonta el hombre el conocimiento de su pasado, mayores evidencias hay de los signos de vida social; con lo que se puede notar que desde las primeras culturas existen grupos sociales, jerarquías y repartición de tareas en beneficio de sus miembros.
Así, los humanos pertenecemos a grupos sociales tales como familias, comunidades, sociedades u organizaciones, conformando a su vez la cultura expresada en el lenguaje, arte, religión, gobierno y valores, entre otros elementos.


La dignidad humana y el concepto de alteridad

En la conquista de América había grupos de individuos con distintas creencias, costumbres y formas de percibir el mundo. A pesar de que detrás de este hecho existieron condiciones históricas que determinaron que los eventos se suscitaran de esta forma y no de otra, resulta útil para ejemplificar la nula empatía y el poco entendimiento que puede existir entre personas que, si bien no comparten la misma visión del mundo, comparten las mismas dimensiones que los hacen ser semejantes.
Independientemente de las creencias religiosas, tendencias políticas o apariencia física, los humanos necesitan relacionarse para alcanzar la mayoría de sus metas. Por eso resulta importante aprender a ver a los demás como iguales a uno mismo, con los mismos derechos y posibilidades, respetando la dignidad humana y actuando con alteridad, para que las relaciones que se entablen sean efectivas y constructivas, basadas en el entendimiento y acuerdo mutuo.

La dignidad humana

Algo es digno porque posee un valor; cuando se habla de dignidad humana, se hace referencia al valor intrínseco de cada individuo.
El ser humano tiene libertad de acción y autogobierno. Esta condición le permite ser dueño de sí, por lo que nunca podrá ser propiedad de otro (naturalmente, tampoco deberá someter o privar de su libertad a otros).
Reconocer la dignidad humana significa aceptar el derecho que cada individuo tiene sobre su propia libertad y voluntad, independientemente de las diferencias.
El concepto de dignidad humana ha sido objeto de muchas disertaciones filosóficas, desde Platón hasta la actualidad.
La argumentación expresa en la “Fundamentación de la metafísica”, puede entenderse que nuestra condición racional nos permite ser tratados como seres dignos per se y no como objetos para que otro alcance, a través de nosotros, algún fin.
De esto se desprende que el asesinato, tortura, tráfico de personas, violación, venta de órganos para trasplante, prostitución infantil, secuestro, persecución política o religiosa, explotación de menores y migrantes, terrorismo, entre otros, sean calificados como crímenes contra la humanidad. Está implícito en el Artículo I de la Declaración Universal de Derechos Humanos (ONU, 2009):
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Se puede concluir que los seres humanos somos seres complejos y libres, dotados de racionalidad y por esta razón de dignidad, misma que le confiere igualdad ante sus congéneres, independientemente de su condición.

La alteridad

Es un concepto acuñado por el filósofo francés Emmanuel Lévinas (1906-1995) que designa la disposición de trascender la propia visión del mundo y ver a los otros seres humanos desde diversas perspectivas partiendo del conocimiento y reconocimiento de su dignidad intrínseca (Universidad Nacional Autónoma de México, 2010).
Esta disposición permite entender mejor a nuestros semejantes y aceptarlos a pesar de las diferencias existentes, creando un entorno de respeto, diálogo y colaboración. En este sentido, se asemeja a la empatía, definida como la capacidad de “ponerse en los zapatos del otro”.
Es frecuente escuchar frases como “el que no tranza no avanza”, “a que lloren en mi casa, mejor que lloren en la del vecino”, “primero yo, luego yo y al último yo”, “tanto dinero tienes, tanto vales”. Reflejan la escasa capacidad empática, nula consideración de la dignidad humana y, por ende, ignorancia en torno al valor que posee el ser humano.
La dignidad humana y el concepto de alteridad, como directrices de conducta, buscan una convivencia social basada en el respeto del valor intrínseco de cada individuo así como el respeto a cada persona en sí.
En una sociedad así, habría ética, justicia económica y social, en la que cada individuo debiera actuar reconociendo en sí mismo al otro, de modo que el trato que dé a sus semejantes sea el mismo que se procura a sí, bajo el supuesto de que cada individuo es relevante por el sólo hecho de ser humano.

La dignidad moral

A diferencia de la dignidad humana, la dignidad moral varía según el comportamiento, en función de los principios morales que guían sus actos.
Hay muchos ejemplos de personajes con escasa o nula dignidad moral. Basta mencionar el caso de los propietarios de la leche china Sanlu Group, quienes adulteraban con melamina1 sus productos, los cuales eran consumidos por bebés de tres a seis meses de edad.
Su objetivo era obtener mayores ganancias económicas sin importar que pudiese dañar la salud de los infantes. Esta acción afectó a 53,000 niños, quienes presentaron cálculos renales. En este caso el delito fue haber otorgado más valor al dinero que a la salud y vida humana.

¿Por qué es importante el respeto y entendimiento a los demás?

La fortaleza de la raza humana radica en su condición social. Así, la colaboración y respeto entre humanos es capaz de generar grandes logros y bienestar de los integrantes de una sociedad.
Somos libres cuando conocemos y reconocemos lo que somos, cuando somos conscientes de la esencia que poseemos y la dignidad humana que nos caracteriza, enalteciendo nuestra propia autoestima, desarrollando valores y dignidad moral y definiendo lo que queremos ser y qué haremos para conseguirlo. Emmanuel Lévinas (en Garzón Z., 2014, pp. 6)

Inteligencia emocional

La comunicación constituye una de las formas por medio de la cual los seres humanos interactúan, colaboran y establecen relaciones interpersonales.
El contenido de la comunicación es un elemento que distingue decisivamente la interacción humana de cualquier otra especie.
La comunicación humana es cooperativa debido a que existe un intercambio de información en el que los interlocutores, saben o presuponen qué tanto sabe el otro sobre un tema, de modo que son capaces de dosificar la información para producir el efecto comunicativo deseado. Esta característica de comunicación se puede aprovechar en varios ámbitos, por ejemplo: la educación, diseño y publicidad.
En el pasadas el término inteligencia se relacionaba con las habilidades de pensamiento que permiten comprender y abstraer, por ejemplo, al resolver ejercicios matemáticos. Actualmente se reconoce que este tipo de inteligencia no es la única, pues las emociones y sentimientos también forman una parte esencial de nuestro ser, ya que determinan la forma en la que nos relacionamos con nuestro núcleo social y lidiamos con las situaciones de la vida diaria a nivel afectivo. Al tomar en cuenta la formación emocional del individuo, se considera su formación integral.

La inteligencia emocional

Ser emocionalmente inteligentes nos permite evaluar de forma correcta lo que sentimos y comprender lo que le ocurre a los demás, de tal forma que se puedan tomar decisiones creativas y mejorar el desarrollo social.
La inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”.
Mayer y Salovey (1997, p.10)
La inteligencia emocional se refiere a un “pensador con un corazón” que percibe, comprende y maneja relaciones sociales. Sin embargo, se puede decir que el origen del mismo se remite a Howard Gardner quien, en 1983, propuso la teoría de las inteligencias múltiples, de la cual se deriva el trabajo realizado por Mayer y Salovey.
Gardner se opuso a la concepción comúnmente aceptada de inteligencia, entendida como la facultad de conocer, aprender, pensar, razonar y resolver problemas. Puede ser medida a través de pruebas para determinar el coeficiente intelectual; en vez de esto, propuso que las competencias cognitivas de las personas se describen mejor en términos de un conjunto de habilidades, talentos o capacidades mentales a los que denominó inteligencias. Gardner sugirió la existencia de siete inteligencias básicas (a las cuales se añadió la naturalista posteriormente), las cuales se describen a continuación.

Lógica-matemática: talento para llevar a cabo procesos lógicos, abstractos, concretos y numéricos, que involucran en sí mismos una serie de procedimientos matemáticos.
Verbal-lingüística: capacidad de emplear palabras eficazmente, ya sea de forma oral o escrita. Comprende la habilidad de manipular la sintaxis, fonética y semántica del lenguaje.
Visual-espacial: habilidad para ubicar y ubicarse correctamente en el espacio, representar gráficamente las ideas, para proyectar planos, etc. Implica ser sensible al color, formas, figuras, el espacio y la relación existente entre estos elementos.
Física o kinestésica: habilidad para utilizar el cuerpo con coordinación muscular en distintas partes del cuerpo. Como el equilibrio o la destreza para usar el cuerpo, fuerza, velocidad, entre otras.
Musical: talento para percibir, distinguir, transformar, expresar sonidos y formas musicales. Comprende la facultad para discernir entre los sonidos ambientales, voz, instrumentos que intervienen en una canción, melodía, compás, etc.
Interpersonal: se refiere a las relaciones sociales y está ligada con la facultad de percibir y distinguir los estados de ánimo, intenciones, motivos, deseos y sentimientos de otras personas a través de sus expresiones faciales, voz y gestos. Así como comunicarse claramente con otras personas y de trabajar en equipo.
Intrapersonal: Implica el conocimiento propio y habilidad de actuar conforme a ese conocimiento; se refleja en la manera en que cada quién se ve a sí mismo, la aptitud para reconocer los estados de ánimo propios, motivaciones, deseos, temperamento o la autodisciplina.
Naturalista: se denota en quien gusta observar y estudiar la causa y efecto de todo lo que tiene que ver con la naturaleza, se manifiesta en la aptitud para cuidar plantas, animales o al ambiente en general.

Todas las personas poseen las ocho inteligencias, lo que varía es la forma en que se relacionan entre ellas y el grado en que cada quien las desarrolla.
Las inteligencias siempre interactúan entre sí, por ejemplo, al conducir un auto se utiliza no sólo la inteligencia física, también se emplea:
  • • Inteligencia verbal: leer los señalamientos, sean textuales o simbólicos.
  • • Inteligencia lógica matemática: calcular la velocidad y tiempo para llegar a un destino.
  • • Inteligencia interpersonal: respetar al peatón.
  • • Inteligencia intrapersonal: cuidar nuestra vida al ponernos el cinturón de seguridad.
  • • Inteligencia musical: estar alerta y distinguir sonidos emitidos por nuestro auto y otros.
  • • Inteligencia espacial: cuidar el no invadir otro carril para no causar accidentes.
  • • Inteligencia naturalista: afinar el vehículo para no contaminar demasiado.

La inteligencia emocional se deriva de dos de las propuestas hechas por Gardner, la intrapersonal y la interpersonal. Conforme las ideas de Mayer y Salovey fueron tomando relevancia entre los estudiosos de la mente y la conducta humana, aparecieron teóricos que profundizaron en ellas, dando como resultado el desarrollo de lo que hoy se entiende como inteligencia emocional.
Dentro de las posturas más destacadas se encuentra la de Daniel Goleman (2009), cuyo modelo para el desarrollo de la inteligencia emocional propone las siguientes habilidades:
  • • Conocer las emociones propias.
  • • Reconocer las emociones de los demás.
  • • Estimular la propia motivación.
  • • Manejar las relaciones interpersonales con alteridad.
¿Por qué son importantes nuestras emociones?
  • • Las emociones son importantes en diversas formas:
  • • Permiten preservar nuestra vida.
  • • Impulsan a tomar decisiones.
  • • Alertan ante determinadas situaciones.
  • • Ayudan a comunicarnos con los demás e integrarnos a la sociedad.

En concreto, son fenómenos psicofisiológicos, resultado de la evolución de la especie, que nos permiten interactuar con la gente y las cosas.
Cuando nos sentimos incómodos en presencia de determinadas personas, nuestras emociones nos alertan y nos ayudan a delimitar nuestras fronteras, mismas que nos permiten proteger nuestra salud física y mental. También nos sirven para comunicarnos con los demás, así, sabemos cuándo alguien siente dolor simplemente por sus gestos.
Ser emocionalmente inteligente no significa regirnos por nuestras emociones. El uso pleno de la libertad implica saber controlar dichas emociones, conocernos y así tomar las mejores decisiones. De esta forma, ser emocionalmente inteligente implica ser perceptivos a lo que sentimos, analizar nuestras emociones y actuar en consecuencia con ellas, pero siempre anteponiendo la reflexión.

Competencia comunicativa y asertividad

Dentro de las competencias catalogadas como básicas para desarrollar la inteligencia emocional, se encuentra la competencia comunicativa, la cual juega un papel importante en las interacciones sociales y personales.
Establecer una comunicación efectiva implica esencialmente ser asertivos, promoviendo el diálogo en un marco de respeto y alteridad.

Competencia comunicativa

Trianes, De la Morena y Muñoz (1999) describen varios niveles que se pueden observar en una competencia comunicativa, esto es, aquellas habilidades que intervienen en los procesos comunicativos.
  • • Habilidades básicas no verbales: En este primer nivel se encuentra el lenguaje corporal, estas habilidades dependen de los valores y usos sociales de los contextos culturales, al igual que de la edad y el tipo de interacción.
  • • Competencia en conversaciones: Se refiere al atractivo conversacional de la persona, es decir, a su capacidad para despertar el interés de alguien hacia la conversación. Las personas que carecen de esta habilidad están expuestas a la discriminación o al rechazo, sobre todo porque no despiertan el interés entre sus compañeros.
  • • Habilidades lingüísticas y de persuasión: Equivalen a tener aptitud verbal y a conocer las reglas que controlan diversos tipos de situaciones conversacionales de tipo formal o informal.
  • Para desarrollar una adecuada competencia comunicativa es recomendable tomar en cuenta los siguientes factores:
  • • Sé claro al transmitir tus ideas, exprésalas con sencillez y coherencia, evita la ambigüedad o el doble sentido.
  • • Muestra apertura. Escucha a tus interlocutores, sé abierto a las nuevas ideas.
  • • Elimina los distractores, ruidos o impedimentos físicos o psicológicos en el proceso de comunicación.
  • • Evita los prejuicios o estereotipos. No juzgues a las personas antes de escucharlas, tus temores pueden no tener fundamento.
  • • Maneja un mismo código de lenguaje, de esta manera tu interlocutor te entenderá mejor.

Los pensamientos se constituyen con palabras, por eso es importante aprender a expresar las ideas con inteligencia, de forma clara, apropiada, a la persona correcta y en el lugar y el momento adecuado, utilizando las palabras precisas, cuidando que éstas sean congruentes con la postura corporal y el tono de voz. Para establecer lazos significativos con el entorno y lograr un desarrollo integral, la adecuada comunicación debe acompañarse de una actitud asertiva.

Asertividad

Es la capacidad para expresar las emociones, pensamientos o creencias en forma directa, honesta y apropiada, sin sentir ansiedad y sin violar los derechos del semejante, está muy relacionada con la alteridad.
Actuar asertivamente permite evitar conflictos, conservar amistades, establecer redes de apoyo y no sentir miedo al estar con otras personas. Implica tener la habilidad de transmitir los sentimientos, creencias u opiniones de manera honesta, oportuna y respetuosa. La meta es lograr una comunicación satisfactoria, partiendo de la idea de que tenemos derecho de ser nosotros mismos y actuar conforme a lo que pensamos y sentimos, pero siempre respetando.
Básicamente existen tres formas de actuar dentro de alguna situación: la actitud pasiva, agresiva y asertiva.
Ser asertivo no es sólo una cuestión de “buenas maneras”, es una forma de comportarte ante los demás de modo que les permitas conocer tus sentimientos e ideas efectivamente.
  • • La actitud pasiva se refiere a permitir el atropello de tus Derechos Humanos, sin que expreses lo que deseas con respecto a una situación, es observar cómo suceden las cosas sin que intervengas.
    • La actitud agresiva es la oposición a ésta, acompañada de la impulsividad y de la nula reflexión. Es actuar irracionalmente.
    • La asertividad permite construir diálogos enriquecedores a través del intercambio de ideas con fundamento en los valores humanos, principalmente en el respeto a la diversidad y buscando posibles soluciones.
Para mejorar la habilidad asertiva es importante conocernos a nosotros mismos, pues de no ser así, pueden presentarse problemas al tratar de comunicarnos con otras personas, de ahí la importancia del autoconocimiento.

Autoconocimiento

Nosce te ipsum” (conócete a ti mismo), según relata la historia, se encontraba grabada en las puertas del Templo de Apolo, en Grecia.
Dicha frase tenía por objeto que cada persona que ingresara al templo reconociera sus capacidades y límites al momento de consultar al oráculo. Los dioses rechazaban los excesos ocasionados por la desmesura. Sócrates solía citarla, pues consideraba que quien no lograba conocerse, no lograría nunca perfeccionarse.
Conocerse a sí mismo significa identificar nuestros pensamientos, emociones, patrones de conducta e intereses que dan sentido a los actos que llevamos a cabo. ¿Cómo es que te decidiste por la carrera que querías estudiar, entre las opciones que tenías? Seguramente cuando lo hiciste tomaste en cuenta tus gustos e intereses, preparación previa, aspiraciones futuras. En esta decisión, el autoconocimiento resultó un factor esencial.
Daniel Goleman explica que si se quiere ser una persona inteligente emocionalmente, la primera habilidad que se debe desarrollar es la de reconocer lo que se siente, o lo que es lo mismo: autoconocerse.

¿Qué debemos hacer para conocernos?

Existen muchas formas para conocerse, con el hecho de hacer conscientes los pensamientos y emociones cotidianos, puede lograrse. Una estrategia efectiva es escribir una bitácora personal, esto permite ordenar ideas, sacar emociones a la luz y planear la vida con mayor efectividad.
Otro aspecto importante que puede ayudar a autoconocerse es considerar las tres dimensiones temporales que intervienen en nuestra vida: el pasado, presente y futuro.
Así como el pasado determina el lugar en el que te encuentras, el presente determinará tu futuro. En este sentido, analizar la realidad mediante una reflexión sobre tus acciones pasadas, presentes y las que quieres realizar a futuro, te permitirá replantear tus metas y orientar tus actos con el fin de alcanzarlas; si te conoces, te será mucho más fácil hacerlo.

Autocontrol y autoestima

Autocontrol

Significa tomar control de las capacidades y emociones; impide realizar actos de manera impulsiva y permite reconocer el adecuado manejo de los sentimientos en determinadas situaciones.
Cuando no se logran controlar las emociones se tiende a actuar de forma errónea, tal es el caso de aquellas personas que, en un arranque de rabia, cometieron actos injustificados y tuvieron que pagar una condena en la cárcel.
Controlar los impulsos y encaminarlos al logro de un objetivo implica una mayor responsabilidad sobre las actitudes. Es importante aprender a pensar antes de actuar y evitar los juicios a priori.
Las emociones no se pueden catalogar de ser buenas o malas, sin embargo, si no se cuenta con la habilidad de conocerlas, expresarlas y canalizarlas adecuadamente, pueden resultar en acciones dañinas para la propia persona u otras. Este daño puede ser físico o psicológico y repercute en el desarrollo social y quebranta los lazos afectivos con los seres queridos.
En este sentido, no hay que olvidar la condición social inherente a todo ser humano:
“La existencia del hombre no es, en parte, social y, en parte, individual, con escisión de sus contenidos, sino que se halla bajo la categoría fundamental, irreductible, de una unidad que sólo podemos expresar mediante la síntesis o simultaneidad de la dos determinantes opuestas: el ser a la vez parte y todo, producto de la sociedad y elemento de la sociedad, el vivir por el propio centro y el vivir para el centro” (Simmel, 1986, p.51).
Por eso es importante que se analicen los sentimientos y se identifiquen las sensaciones que éstos reflejan en el cuerpo; cuando se trata de emociones que ocasionan algún conflicto o problema, lo recomendable es expresar lo que se siente de manera asertiva y responsable a quien lo ha desencadenado, sin acusaciones ni malos modos y detallando qué situación o conducta es la que afectó a la persona.
Si somos capaces de reconocer lo que sentimos, entonces nos expresaremos de forma asertiva, desarrollando nuestra inteligencia emocional, identificando el origen y la intensidad de nuestras emociones y sentimientos, así como analizar qué situaciones y conductas nos llevan a sentir ira, pasión, alegría, celos, vergüenza, hastío, impaciencia, etc.
De esta manera se logra pensar con las emociones y sentir con la inteligencia. Si se pueden identificar algunos detonadores de las emociones, estaremos en la posibilidad de autocontrolarnos y ser más inteligentes emocionalmente.

Autoestima

Conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones y sentimientos dirigido hacia nosotros mismos. Es la percepción evaluativa de nosotros mismos. Se desarrolla desde la infancia cuando se toma conciencia del aprecio o la falta de él por parte del medio familiar, especialmente de figuras tan significativas como las parentales (Bustamante, 1998).
El autoconocimiento, el autocontrol y la autoestima son elementos clave para entablar una comunicación efectiva y para el desarrollo de la inteligencia emocional.
En el entorno profesional esto es indispensable, considerando la responsabilidad que se tiene desde la formación para desempeñarse en una determinada área disciplinaria y como miembros de la sociedad.

Ética profesional

Un profesional es una persona que proporciona un servicio o desarrolla una actividad de manera cotidiana y que vive de la misma, por lo que requiere cierto nivel de calidad y especialización.
Esta cualidad puede adquirirse mediante la práctica empírica o por una instrucción sistemática avalada por una institución que certifique la capacidad de desempeñar satisfactoriamente cualquier actividad relacionada con su profesión.
La misión de un profesional debe ser contribuir a la mejora y al bienestar de su comunidad, así como colaborar en la solución de los problemas sociales de la misma. Llegar a ser un profesional, desde una perspectiva social, implica un compromiso de servicio a la sociedad.
La ética profesional (también llamada deontología profesional) sentencia, después de emitir un juicio moral, las normas que regulan y promuevan comportamientos deseables y condena lo no deseable en un área específica del quehacer humano. La ética profesional es el compromiso de hacer bien lo que uno sabe hacer.

El código de ética

Una de las formas para clarificar las directrices para el comportamiento profesional es la elaboración de un código ético, entendido como reglas de conducta que debe tener criterios mínimos exigibles al trabajador en su desempeño profesional, regulado por preceptos, valores, principios y normas morales que guíen su conducta e indiquen la forma de enfrentar los problemas o dilemas éticos en la práctica de su trabajo. Cabe aclarar que en ocasiones los dictados del código deontológico coinciden con la legislación del derecho positivo.
La ética no impone castigos legales y tampoco el código de ética profesional, ya que admite una normatividad de carácter interno que el individuo tiene que cumplir de forma ineludible en su ejercicio profesional. No obstante, existen colegios de profesionales o especialistas en determinadas áreas del conocimiento que regulan el quehacer profesional de su campo y que pueden estar facultados para imponer sanciones.
Por ejemplo, existe el Código de Ética Profesional del Contador Público, el cual tiene injerencia con sus afiliados en el territorio de la República. Si un contador evade impuestos, tendrá que lidiar ante este ilícito con su remordimiento de conciencia; si se descubre y se hace público será enjuiciado por el Colegio y además por la normatividad del régimen tributario.
Es importante entender que la responsabilidad ética se deriva de todas las relaciones humanas: personal y familiar, social y profesional, mientras que la ética profesional se juzga en términos de una revisión de las normas éticas específicas de la profesión.

Normas generales de la ética profesional

A pesar de que cada profesión posee su propio código de ética, existe una serie de normas generales que deben regir el comportamiento de todo profesional:

  • 1. Actuar de manera honesta y responsable.
  • 2. No divulgar la información confidencial.
  • 3. No discriminar a los compañeros o a los clientes.
  • 4. No aceptar sobornos.
  • 5. Esforzarse continuamente por aumentar sus conocimientos profesionales y aptitudes, y aplicarlas en la práctica.
  • 6. Contribuir a la base de conocimientos de la profesión.
Un código de ética no garantiza el comportamiento ético del profesional y tampoco puede prever los problemas que se puedan presentar en el ejercicio profesional, por lo que, para la toma de una decisión responsable y razonable del conflicto, los implicados pueden buscar una orientación adecuada con especialistas en el ramo antes de tomar cualquier decisión.
Es necesario recordar siempre que la finalidad primordial de un código de ética no es la de mejorar los ingresos económicos de quien lo practique, sino la de guiar el comportamiento ético y respetar la dignidad de cada persona.
En este sentido, es deseable que todo trabajador realice periódicamente un autoexamen para tomar conciencia de los compromisos éticos que tiene, así como planear las estrategias adecuadas para promover, restaurar, mantener y mejorar el bienestar de los individuos, familias, grupos sociales, organizaciones y comunidades con los que se relaciona.

Ética y tecnología

Marshall Berman reflexiona sobre la condición de ser un hombre moderno. En esa época –principios de la década de 1980–, el autor tenía la sensación de que las maravillas y promesas de la modernidad eran siempre alcanzadas por las contradicciones y obstáculos del mundo. Esta misma reflexión se puede hacer en torno a la ciencia y tecnología.
La tecnología tiene dos momentos cruciales: el descubrimiento y la innovación (la aplicación del descubrimiento).
El primero consiste en el fruto de la investigación, un conocimiento nuevo sobre las cosas del mundo. La innovación es cuando se diseña una forma de aplicar el descubrimiento para hacer una tarea de manera ventajosa. Sin embargo, la tecnología con frecuencia se usa en formas que contravienen los principios de la ética profesional.
La ciencia no es buena ni mala, sin embargo, no puede prescindir de las cuestiones “extracientíficas” que la hacen posible, en particular de las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales. Por otro lado, también es un hecho que tampoco puede desprenderse de los fines extracientíficos, como los fines éticos y sociales.
Algunos de los problemas más trascendentes para la ética contemporánea pertenecen al campo de la bioquímica y medicina. Se trata de tópicos que presentan novedades y cambios constantes.
El debate actual acerca de la relación ética, ciencia-tecnología parte del supuesto de que la ciencia y la tecnología deben ser guiadas por una serie de principios que garanticen su servicio al desarrollo del hombre, sin privarlas de autonomía.
No todo lo que es técnicamente posible es moralmente admisible, el científico y el tecnólogo tienen libertad para investigar y aplicar, pero el desarrollo técnico-científico debe estar encaminado al bien común, no a la manipulación o destrucción del ser humano y de su entorno natural.
Es técnicamente posible crear un virus tan letal como el del Ébola, pero eso no justifica el ataque con armas bacteriológicas para probar los efectos y la capacidad de respuesta de los organismos de detección y control de epidemias.
Se reconoce que la ciencia y el desarrollo tecnológico brindan los medios y el conocimiento para construir, pero es la ética la que juzgará si es legítimo o no el aplicarlos o desarticularlos. Conforme a lo anterior, se ha instituido la siguiente consideración básica que busca regir la aplicación de la ciencia y la tecnología:
La vida de una persona vale por sí misma, no es un medio ni un instrumento, precisamente por su dignidad personal y condición de ser libre.
Conforme a lo anterior, se puede apreciar por qué no es lícito utilizar a las personas como medios o instrumentos para obtener un beneficio personal, la finalidad natural y primaria del progreso técnico-científico es la defensa y protección de la vida, no su manipulación o eliminación.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Copyright © / Libreta de salón

Template by : Urang-kurai / powered by :blogger