Desarrollo humano y libertad

 Resumen de la unidad uno

¿Sabías que el hombre es un ser social por naturaleza?

El hombre es un ser social, carácter inherente a su naturaleza y se deriva tanto de su condición corpórea como de su carácter racional. Su condición corpórea es precaria pues no posee los medios o recursos suficientes para subsistir por sí; y puede conocer y aceptar el orden social porque es racional.
La sociedad está integrada por personas, conocen y aceptan el orden social y son capaces de colaborar por conseguir el bien común.
El hombre, mediante su actividad, debe perfeccionarse a sí mismo, ayudar a los demás a perfeccionarse y perfeccionar el universo.
Se abordará al desarrollo humano desde una perspectiva que considera el progreso colectivo como resultado del desarrollo pleno de las capacidades y habilidades de cada individuo. Se antepone el desarrollo personal antes de que cada ente social, pueda potenciar su contribución al progreso desde distintos campos de acción.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que:
El desarrollo humano es mucho más que el crecimiento o caída de los ingresos de una nación. Busca garantizar el ambiente necesario para que las personas y los grupos humanos puedan desarrollar sus potencialidades y así llevar una vida creativa y productiva conforme con sus necesidades e intereses. [...] La gente es el centro del desarrollo, pues son las mismas personas las que pueden construir las condiciones para que el desarrollo humano de todos y todas sea posible: El desarrollo de la gente, por la gente y para la gente. (PNUD, 2014).
Para lograrlo es indispensable que el humano concientice sus potencialidades mediante procesos de autorreflexión, crecimiento, humanización y conquista de la libertad, a través de la inteligencia, fortalecimiento de la voluntad y participar en la mejora de su calidad de vida.
El desarrollo personal implica a su vez un respeto al derecho y desarrollo de los demás. Por lo cual, es conveniente identificar qué elementos intervienen en la búsqueda del desarrollo humano.


La libertad: facultad inherente a todo ser humano

La libertad es una facultad propia del hombre; por lo tanto, todo hombre es libre.
“La libertad es la modalidad de la voluntad por la cual ésta se determina a sí misma a elegir un bien particular o dejar de hacerlo” (García-Alonso 2006, p. 91).
El hombre actúa de diversas formas según pueda regir su acción o simplemente padecerla.
El hombre tiene diferentes actos como digerir los alimentos, bombear la sangre, oxigenarla, soñar, etc., los cuales son ajenos a su control voluntario, por tanto son actos involuntarios.
Es capaz de realizar actos voluntarios, como comer pastel, matar una serpiente, querer dar a otro su derecho o atender una explicación.
Los actos humanos son acciones sobre las que el sujeto ejerce control por sí mismo.
“[...] a diferencia de los seres irracionales que tienden al fin por un apetito natural (instinto), el hombre posee la capacidad de gobernarse a sí mismo, de conducir libremente sus acciones hacia el fin que él mismo se propone [...]” (García-Alonso 2006, p. 49).
La característica principal del acto humano es ser libre. La libertad consiste en el dominio que el hombre ejerce sobre sus propios actos, en orden a su auténtico bien.
La libertad deriva de la razón, de la voluntad y reúne a ambas en su acto. Un acto, para ser libre, debe ser razonado y voluntario.
Los actos humanos proceden de la voluntad deliberada del hombre, es decir, los que realizan con conocimiento y libre voluntad. En ellos interviene primero el entendimiento, porque no se puede querer o desear lo que no se conoce. Con el entendimiento el hombre advierte el objeto y delibera si puede y debe tender a él o no.
La voluntad se inclina hacia él porque lo desea, o lo rechaza y se aparta de él. Cuando interviene el entendimiento y la voluntad, el hombre es dueño de sus actos y por tanto, plenamente responsable de ellos. Por lo que, sólo en los actos humanos puede darse valoración o juicio moral (Fuentes, 2005, p. 46).
Todo ello es posible gracias a la inteligencia de la que está dotado y que es aquella característica fundamental que lo distingue de los animales y lo hace ser humano.
El comportamiento voluntario del hombre y la sociedad se llama moral del individuo o grupos sociales.
Ningún hombre escapa a la moralidad, todos sus actos libres tienen una calificación moral positiva o negativa. Existe como consecuencia un criterio científico capaz de determinar la conducta moral por medio de principios universales y necesarios aplicables a todos los seres humanos en cualquier época y latitud. Así, la moral deja de ser un tópico o una cuestión de apreciación subjetiva para constituirse en un orden que procede por demostraciones rigurosas, y de eso se encarga la “ética”
“La moralidad es un accidente propio del acto humano” (García-Alonso, 2006, p.49).
Se trata de una ordenación natural al bien último del ser humano. Con ello, el acto humano se califica de moralmente positivo si se ordena al fin último del hombre y moralmente negativa si no se ordena a él.
Ser libre no significa hacer todo lo que se quiere: una persona es plenamente libre cuando es capaz de elegir, de analizar detenidamente lo que más le conviene, tomando en cuenta las limitaciones que tiene, así como las consecuencias (tanto buenas como malas) que acarrearán sus acciones.
Los actos del ser humano, al ser libres, implican el tener que asumir la responsabilidad de los resultados que conllevan.

En ocasiones, los seres humanos tomamos decisiones de las que nos arrepentimos más tarde.
Actuar al margen de la razón o ignorar que los actos tienen consecuencias y que de uno mismo dependen los resultados, puede ser desfavorable, sin embargo, algunos lo hacen de vez en cuando, por ejemplo, alguien que debe estudiar para un examen al día  siguiente y decide ir a una fiesta; quien empieza a fumar a pesar de comprender que la nicotina es dañina.
Actuar a partir de impulsos inmediatos, sin razonar, trae consecuencias no deseables. En este sentido, la libertad, orientada por la razón, permite lograr mejores resultados en aquello que se emprende.
Aunque a veces hay excepciones. En ocasiones se actúa con base en aquello que se considera acertado y aun así se obtienen malos resultados. Una madre de familia, por ejemplo, golpea a su hijo con el afán de inculcar en él disciplina y orden. ¿Puede eso llamarse auténticamente razonable? Tal vez esta persona así lo cree, sin embargo, pasa por alto que la violencia dejará heridas en la psique de su hijo.
En este caso se trata de un bien aparente, que se basa sólo en la apreciación subjetiva, en aquello que se piensa o siente que puede ser correcto, pero no lo es si se reflexiona a profundidad sobre ello.
Hasta este punto se puede concluir que los seres humanos debemos emplear objetivamente la razón para ser realmente libres.
La fórmula no es tan sencilla, ya que lo que se considera razonable depende de muchos factores. Es necesario señalar que la libertad se ve restringida por las situaciones que nos limitan al decidir entre una acción u otra.
Una de las preguntas que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia es si realmente existe la libertad.
¿Cuántas veces tenemos que hacer cosas que no deseamos, o dejar de hacer aquello que queremos? ¿Podemos decir, en tal caso, que somos libres? Sin duda, hombres y mujeres estamos determinados por las condiciones en las que vivimos, así como por nuestras propias necesidades orgánicas, sin embargo, ello no quiere decir que no exista la libertad.

Ética y moral

Se ocupan de las normas o costumbres que rigen la conducta de los miembros de un núcleo social desde la “bondad” o “maldad” que involucran.
¿Cuál es la diferencia entre ética y moral?

Moral

Es la actividad humana que consiste en la relación de orden o desorden del acto humano y el fin eterno del hombre.

Ética

Examina el comportamiento moral de los individuos.
Formula normas morales de acuerdo a principios éticos racionales.
Realiza evaluaciones específicas sobre diversos tipos de conductas (“Emma actúo bien”).
Elabora normas prácticas (“debes ser fiel a tu esposo”).

Moral

Recuerda que la moralidad es un accidente propio del acto humano, se trata de una propiedad que consiste en su ordenación natural al fin último del hombre (García - Alonso, 2006, p. 49).
El acto humano se califica de moralmente positivo si se ordena al fin último del hombre, y de moralmente negativo si no se acerca a él.
El calificativo moral se aplica al hombre con uso de razón. No se aplica a los niños, dementes, ni a quienes bajo el influjo de drogas pierden el uso de la razón, sólo se explica en función de los actos humanos libres.

Fuentes de la moralidad

La dimensión moral del acto voluntario está constituida por tres elementos: objeto, fin y circunstancias.
Objeto.- señala el fin propio de la obra (como el acto de robar), su especie. Es el elemento esencial del acto humano. Puede ser bueno, indiferente o malo.
Fin.- señala la intención del sujeto que obra (como robar por venganza). Es el elemento principal del acto humano. Puede ser bueno o malo, nunca indiferente. Para ser bueno exige estar orientado al fin último de toda la vida humana, al bien honesto.
Circunstancias.- señalan los elementos accidentales que rodean al acto voluntario. Pueden referirse a las circunstancias clásicas: qué, cómo, qué, quién, dónde, cuándo. Las circunstancias pueden ser buenas, malas o indiferentes.
Es muy diferente vestirse con el objeto de cobijar o proteger el cuerpo, a comprar zapatos compulsivamente con el fin de satisfacer la avaricia, como lo hizo Imelda Marcos, quien acumuló centenares de pares de zapatos cuando fue primera dama, a pesar de que gran parte de la población filipina se hundía en la pobreza extrema debido a la crisis económica.

  • Su objeto era la adquisición de zapatos de forma innecesaria.
    Su fin, poseer cada vez más.
    La circunstancia en que se dio este hecho fue la pobreza de su pueblo.
    Por tanto, se puede decir que el acto fue malo.
Es conveniente precisar que las circunstancias generalmente le dan cierto grado a la  bondad o maldad objetiva de los actos: no es lo mismo robarle cien pesos a un hombre rico que los va a usar para comprar unos cigarros, que a un pobre que solamente tiene esa cantidad para pagar el tanque de oxígeno de su madre que está enferma de los pulmones.
La última situación es algo más grave, pues implica poner en peligro la vida de una tercera persona, mientras que el primero tiene como atenuante el impedir que el hombre compre cigarros.

Cierre de la Unidad

La libertad humana siempre tendrá que ser precedida por la reflexión en torno a las circunstancias que nos rodean, los objetos que perseguimos y los fines que deseamos.
No existen pautas rígidas para definir si nuestros actos son universalmente buenos o malos, sin embargo, existen normas que nos ayudarán a justificarlos y tomar las mejores decisiones para nosotros y quienes nos rodean.

Combinaciones en la acción humana¹

Emitiéndose el resultado moralmente positivo o negativo desde el punto de vista de la filosofía moral desarrollada por Tomás de Aquino.
  • Objeto bueno + Fin bueno = Acción buena pero aún mejor.
  • Objeto bueno + Fin malo = Acción mala (total o parcialmente mala).
  • Objeto malo + Fin bueno = Acción mala, siempre mala, aunque con atenuantes.
  • Objeto malo + Fin malo = Acción mala, pero aún peor.
  • Objeto indiferente + Fin bueno = Acción buena.
  • Objeto indiferente + Fin malo = Acción mala.
 Siendo importante enfatizar que:
La moralidad de un acto se determinará por su objeto específico en conformidad o no con las exigencias y dignidad de la naturaleza racional.
Para que una acción sea buena es necesario que lo sean sus tres elementos: objeto, fin y circunstancias buenas.
Para que el acto sea malo, basta que lo sea cualquiera de sus elementos.
Un acto malo por su objeto mismo, nunca se puede hacer bueno por el fin o las circunstancias que se le añadan.
Un acto bueno por su objeto, puede corromperse o hacerse malo por el fin o las circunstancias malas.
La intención será buena cuando busque el verdadero bien del hombre con relación a su fin último.
Las circunstancias pueden hacer que un acto bueno sea mejor o que uno malo se haga peor. Pero nunca las circunstancias lograrán que un objeto intrínsecamente malo se convierta en moralmente bueno.
Mientras que la moralidad esencial proviene del objeto, la moralidad principal procede del fin.
El fin hace buena o mala una acción de suyo indiferente.
El fin generalmente aumenta la bondad o malicia de la acción, algunas veces torna mala una acción buena, pero nunca puede hacer buena una acción de suyo mala.
El fin no justifica los medios.



¹ García, L. (2006). Unidad II, Cap. 3. Ética o Filosofía Moral p. 54 -57. México: Trillas.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Copyright © / Libreta de salón

Template by : Urang-kurai / powered by :blogger